Hara - Kiri

Expectoraciones del alma que convierto en letras


Tengo

Las formas de su rostro aún talladas en las esquinas de mi alma

Sus besos los cargo apretujados en el dorso del bolsillo

Las caricias que no puede dibujarle siguen ancladas en la punta de mis dedos

Llevo un te amo ahogado en el borde de los labios

Mientras escribo en mi memoria el recuento de nuestros días felices

Y yo, sepultado en su recuerdo...

De noche la locura se ciñe el vestido
Que zurció a mano con el ovillo que le robó al dios de los sueños
Deambula libre por las calles como dueña de su suerte
Se pasea por arterias adoquinadas y terrazas iluminadas de plata

Viene hasta mí
Con la soberbia que le otorga la seguridad de las mil luchas vencidas
Cruza mis puertas con la facilidad con que ha profanado tantas veces las ventanas de mi juicio
Se prepara, calcula
Se agazapa entre los rincones de este cuarto
Crispa sus garras como quien espera por su presa
Y espera…
Yo la atisbo por el rabillo del ojo esperando que tal vez se canse y se de a la pena
Pero parece no cansarle el hastió de ocupar este templo venido a menos

Su malicia no deja lugar para la compasión divina
El denso ritmo de su resuello debilita mi ya reducida fortaleza
Al final, me dejo resbalar lento por el interior de su cuello, sin resistencia, dejo que me trague
Después de todo, sin ella, no podría escribir estas letras…

Derivaciones


Mi alma extiende un brazo y quiere ahorcarse

Derivación del rechazo de este cuerpo

El corazón se prende fuego y crepita al compás de una balada

La garganta convulsiona y me retuerce la tráquea

Una bocanada

Se eleva y pide tregua a la divinidad de los rayos


Esos sueños de origami que inventamos

Están ardiendo lento en la hoguera del olvido

Ya no hay beso, no hay caricia, no jadean las manos

Solo me queda tu reflejo escrito bajo los surcos de la luna.


Al final, me voy quedando solo en este espacio vacio

Me acompañan las voces mudas de tus labios

Que como puñales me besan las sienes

El cuerpo desfallece y agoniza


Acá ya no queda mas nada

Solo los restos desolados del recuerdo.


No soy mas que los restos de esta carne manchada, maloliente, putrefacta

Soy descendiente del pecado, fruto caído del edén

He comido del hijo del hombre

Me ha engullido la entrepierna, me ha devorado por entre los pliegues de mis nalgas

Y ha esparcido su veneno por todos los rincones de mi alma.



Soy la suma de todos mis miedos

De las alucinaciones rojo sangre de mi niñez

De estas voces suicidas que ahogo en mi cabeza

De la frustrada muerte que se carcome mis dedos.



Soy la multiplicación de todos mis demonios

Entes lúgubres, llenos de muerte

Ellos me buscan, me asechan, me encuentran

Me tocan con sus manos chuecas, retorcidas, pestilentes

Me violan, me tragan y me escupen desnudo en medio de la calle.



Soy la división de todos tus deseos

De todas las canciones de cuna que me cantaban al borde de la cama

De todo lo que nunca fui, de todos mis fracasos, de todas mis tragedias

De la voz de mi madre taladrando mi cabeza

Del entumecimiento incesante de las puntas de mi corazón.

Sueños


Te conocí en sueños

Tu rostro estaba perdido en alguna de mis más locas alucinaciones

Te busqué entre ellas

En mis delirios, tu boca me recorría todo el cuerpo y te perdías conmigo en un abrazo

Mientras me susurrabas un te quiero al oído

Quise recordar cada detalle, pero fallé con cada intento

Traté de eternizarte

Te dibujé a blanco y negro

Te pinté de sueños

Te vestí de ilusiones

Tracé la comisura de tus labios

Te cubrí el cuerpo de flores

Te pinté pájaros de fuego para que me encendieran con su vuelo

Dibujé tu misma sonrisa

Dibujé esos labios rojo encendido y les dí vida solo para que pronunciaran un te amo


Pero con la fugacidad de un sueño

Te esfumaste en la brevedad de un parpadeo

Huiste con mi corazón bajo el brazo

Y te perdiste entre los cierzos

Ya ni en sueños te apareces…

Que corra la sangre

Es la hora de las miradas de fuego, de los besos de sangre, de los abrazos que matan, un te amo ¿o una follada? todo y nada me da lo mismo, al final, cuando se acabe la noche no voy a recordar tu nombre.

Juguemos a que nos amábamos, recorramos la cama de punta a punta, lléname, satisface mi hambre, úsame, rape me, deja que corra la sangre, las heridas del corazón son las únicas que no pueden curarse.

En ocasiones, recuérdame cuanto me amas, aunque ambos sepamos que no es cierto, solo escucharlo hará que valga la pena.
Una vez que los gemidos cesen, vete a toda prisa y prométeme que no volverás…