Hara - Kiri

Expectoraciones del alma que convierto en letras


Esa noche la lluvia cayó como una ráfaga sobre la ciudad, las gotas de agua bailaban un can-can frenético y delirante sobre las aceras y se contorneaban con elegancia sobre los techos de las casas y los almacenes hasta que se estrellaban inevitablemente contra el macadám en un sonoro splash que salpicaba mis zapatos.

La canción que entonaba la lluvia hacia una sincronía casi perfecta con los latidos descontrolados de mi corazón que me retumbaba fuerte dentro del pecho como queriendo salir, preso de la zozobra y dominado por la ansiedad de ver su rostro.

Conté en mi cabeza cada uno de los pasos que me llevaron hasta él, en un intento de controlar el desenfreno de las emociones que me recorrieran todo el cuerpo de arriba abajo y me hacían temblar las rodillas. Me pregunté como seria verle, ya no sería su imagen estática mirando a través del postigo del ordenador, sino su fotografía viva mirándome directo a los ojos.

Le vi sentado en el bar inmerso en sus propios pensamientos mientras hacia figuras sobre la mesa con la botella que llevaba en la mano, levantó su cabeza y me miró fijamente, en ese momento noté el rubor en mis mejillas que se encendía y un calor creciente en el rostro que me quemaba con cada segundo de espera, caminé tímidamente hasta él, me sonrió, y entonces, con esa mirada en su rostro que hasta hoy me enamora, me dijo: Hola!...